Al llegar al último tercio de la lidia, los toros se encuentran cada vez con menor recorrido y por ende el binomio rejoneador-caballo debe ir acortando los terrenos, con el peligro ímplicito que ello representa. Por ello se requieren caballos de mucho valor, que puedan rodar en la cara del toro y que llegado el momento, con serenidad otorguen el sitio necesario a su jinete para que este pueda rematar las faenas.